viernes, 10 de mayo de 2013

Kao

Hace unas semanas tuve una conversación muy franca con Mamá. Ahí me enteré- Kaolla fue una forma de incorporar vida nueva a mi casa. No tengo un diagnóstico médico (mi psicóloga nunca quiso dármelo) pero, en pocas palabras: supongo que era una especie de depresión. Pasé un año sin salir de casa.
Sentada frente a la pc.
Adormecida.

Sola.

Cuando ya no nos movilizan nuestras pasiones ni encontramos nuevas- es ahí cuando se corre peligro en la vida. No cuando se vive arriesgadamente. Mamá, entonces, tomó una decisión extraña y efectiva:

Kaolla.

Eran 45 días de testarudez, pelos y enfermedad.
Si pasa estos primeros días, dijo Guillermo.

Si pasa estos primeros días podemos empezar a hablar de un tratamiento.
Pero me entraba entera en una mano, como un ovillo caótico, como un regalo divino que me había sido encomendado cuidar y hacer crecer; un regalo que no era mío.
Y Tom la odió un tiempo. Llegó a quererla. Aunque nunca dejó de ser un cobarde.

Gata mal llevada. Mamá siempre le tuvo un cariño especial. La más caprichosa de los tres, la menos afectuosa. A su modo- su cariño era el frío. No lo toleraba, siempre buscaba con quién dormir.

Intenté escribir con música, pero llevo demasiado silencio dentro, y me lastima.

Recuerdo haberme desvelado en exageración por miedo a aplastarla mientras dormía. Nunca tuvo cuidado de nada, de nada. Y tenía angustia oral. Los menores imitan en general lo menos positivo, dice el dicho.

Hígado graso. Infección. Antibióticos. Dejar de comer. Sumar mañas. Buscar afecto.

De chica fue tan arisca. Me enojaba y me gustaba esa resistencia de pasividad violenta y tensa. Un día Mamá empezó a estar más en casa. Kaolla se volvió más dócil, más suave.

Reeducación. Ahora sí parece un gato.

Mamá la había vuelto más amablemente combativa.


Te prometo que voy a protegerte. Nunca te va a pasar nada.
Promesa ingenua. Promesa adolescente. La leche que no hierve. Mamá no llama. Tom no baja.

Dice Mamá
Esa costumbre que tienen de esperarte para morirse-
con un enojo desgarrador, dolido. Irremediable- todo.

Tom, llamo. TOM. Ya había bajado del entrepiso, ya lo había sentido. Ya está a mi lado. Ya caigo. El suelo que la vio yacer apacible. El único animal que quiso. Me inunda. El pelo de Tom me inunda. El frío del piso negro me inunda. Su falta me inunda. Tomo aire con desesperación- me ahogo, pero en agua mía. En lo que sale de mí, de este dolor enorme que no puedo ni incorporar ni rechazar.

Tom. Y se apoya en mí, se tira a mi lado y me mira. Por qué. Tus ojos dicen otra cosa. Silencio. Y ahora con quién duermo. A quién amo. Perdón, querido. No supe frenar la muerte. No pude ganarle a su ansiedad. No me juzgues, conteneme. Se apoya en mí y se queda ahí. Se mezclan su dolor y el mío. Entiendo. Los dos la esperamos. A veces la buscamos inconscientemente en las esquinas, en las camas, en el piso. A veces ella (N/N) y él se acuestan como esperando que llegue a ocupar su lugar. La más chica parece llevarlo sin mayor problema. Parece olvidar que existió, de algún modo. Tom la siente. Pero entiende. Dice
Entiendo. Sí, te entiendo.

Pero nunca volvió a subir al entrepiso, nunca volvió a recostarse donde ella estuvo.

2 comentarios:

  1. Qué desgarrador. Ver la vida en los ojos de un animal, mientras se apaga sin poder hacer nada. Nunca podemos hacer nada, ese es el problema. Pero en ese momento te preguntas, ¿Qué hizo este pequeño animal para tener que irse? Y no hizo nada, era muy bueno y muy puro, quizás, pensándolo bien, no hay sentido para que estuviera aquí, de un modo egoísta deseamos que aún esté con nosotros, ella ya se fue, y quizás, de alguna forma esté mejor, no lo sé... tal vez nunca lo sepamos. No hay amor más puro que el de un animal, ellos no te hieren y ni te juzgan, y la realidad es que también tienen sentimientos, pero eso no nos da carta blanca a lastimarlos, sino a quererlos. Quizás, si aprendiéramos de ellos a sentir más y fingir menos, todo sería diferente.
    Love you, mi geme querida!

    ResponderEliminar
  2. Coincido, mi querido Geme; es lo mejor siempre dedicarle y entregarle amor al otro; si esto no es posible, lo preferible es no dedicar nada más que cordialidad y respeto...

    ResponderEliminar

Instantánea

No me gusta extrañarte Porque retiembla entero en el cuerpo lo chico que es el mundo restante cuando habito el inmenso espacio entre tu...