sábado, 18 de mayo de 2013

La dolorosa coherencia

Una de tus virtudes más hermosas: solo hacés lo que realmente sentís.
Una de tus condenas más terribles: solo hacés lo que realmente sentís.

martes, 14 de mayo de 2013

Vos - allá

Y te extraño; tanto, tanto que no duele. Tanto que seguimos adelante antes de sabernos desaparecidas una de la otra. Ahí vamos - no somos adultas, por suerte.
No estamos perdidas, todavía. Todo lo que duele cicatriza aún aunque deje marca. Nuestra piel se tensa y no nacen colgajos de aquellas concesiones que hacemos a quienes amamos- y, evidentemente, a quienes no.
Somos, no sé qué. Mujeres; no. Niñas; tampoco. Adolescentes; quiero creer, encarecidamente- no es así. No caemos en esa denominación nefasta y hormonal que prolongamos hasta hace tan poquito- caminé un poco más, hice algún paso en otra dirección, sea cual fuere; salté hacia alguna tierra algo más firme, y ahí me (a)siento: aquello recorro, por ahora. Quiero creer- eso. Desde la denominación más general de 'adolescente', claro. Fuimos adolescentes -espero que no, pero temo que- en todo sentido.

No hay forma, ¿no? No hay forma, es decisión tomada. Sin vos; quiero decir: sin mí. Por la derrota de decir que no, que está bien, que es sensato. Y- ya está. No estás. Y sí; estás ahí, si puedo verte. Puedo verte- sé que me mirarías un segundo, si me vieras. Pero- no me verías. Buscarías no verme. Encontrarías mi ausencia con esa facilidad de velocista nata que no tengo y te verías ser, hoy más que nunca, otra.
A esa no la conozco; no sé cómo nombrarla, no sé cómo llamarla. Hey, vos. Vos. Hace bastante ya que no te escucho, o que no escucho a alguna de todas las que eras, ¿cómo estás? ¿cuál es tu voz ahora? ¿cómo suena? ¿sigue siendo un suplicio, esta vida tan tuya? ¿sigue saliendo todo tan horriblemente mal? ¿encontraste algún sueño, una pasión que te una más a vos? ¿cuántas vos te rodean? Desde esa sonrisa nueva que te vi posar, en gran estreno, te saludo. Las saludo a todas. Como es irremediable ver morir- y hasta morir en otros, verlos morir en uno- lo que vivía, acaricio tu nueva vida nueva. Y sigo sin saber cómo nombrarte, Vos. Pero está bien- si tengo que llegar a conocerte, se dará. Y cada nuevo ser quizá llegue a reconocerse, como antes nos dijimos

siento como si te conociera de toda la vida. Como si te conociera de otra vida, incluso

y será cierto. De esta, de hace un rato, nomás.
Pero éramos distintas. Éramos- otras, sí; ciertamente.

Emesis trunca 27

¿Qué es eso que siento?
¿Qué es eso que digo?
Tal vez me disculpen
los otros
no quieren seguirme
entiendo
no me seguiría
no me arriesgaría a ser
esto
que digo
que sigo
que miro
de pronto
que encuentro
que de pronto encuentro
repito
repaso
una
otra
otra vez repito
en todo lo plasmo
en todo lo digo igual
y todo lo digo igual
y no cambio
no juego
no dejo de usarlo
en todo lo plasmo
en todo lo que plasmo
digo
lo mismo
igual
me funciona
si digo
igualmente
lo digo

lo digo

lo digo

lo que ya no siento

y cómo lo digo

Así
repitiendo
y como lo digo
y cómo lo digo-

viernes, 10 de mayo de 2013

Kao

Hace unas semanas tuve una conversación muy franca con Mamá. Ahí me enteré- Kaolla fue una forma de incorporar vida nueva a mi casa. No tengo un diagnóstico médico (mi psicóloga nunca quiso dármelo) pero, en pocas palabras: supongo que era una especie de depresión. Pasé un año sin salir de casa.
Sentada frente a la pc.
Adormecida.

Sola.

Cuando ya no nos movilizan nuestras pasiones ni encontramos nuevas- es ahí cuando se corre peligro en la vida. No cuando se vive arriesgadamente. Mamá, entonces, tomó una decisión extraña y efectiva:

Kaolla.

Eran 45 días de testarudez, pelos y enfermedad.
Si pasa estos primeros días, dijo Guillermo.

Si pasa estos primeros días podemos empezar a hablar de un tratamiento.
Pero me entraba entera en una mano, como un ovillo caótico, como un regalo divino que me había sido encomendado cuidar y hacer crecer; un regalo que no era mío.
Y Tom la odió un tiempo. Llegó a quererla. Aunque nunca dejó de ser un cobarde.

Gata mal llevada. Mamá siempre le tuvo un cariño especial. La más caprichosa de los tres, la menos afectuosa. A su modo- su cariño era el frío. No lo toleraba, siempre buscaba con quién dormir.

Intenté escribir con música, pero llevo demasiado silencio dentro, y me lastima.

Recuerdo haberme desvelado en exageración por miedo a aplastarla mientras dormía. Nunca tuvo cuidado de nada, de nada. Y tenía angustia oral. Los menores imitan en general lo menos positivo, dice el dicho.

Hígado graso. Infección. Antibióticos. Dejar de comer. Sumar mañas. Buscar afecto.

De chica fue tan arisca. Me enojaba y me gustaba esa resistencia de pasividad violenta y tensa. Un día Mamá empezó a estar más en casa. Kaolla se volvió más dócil, más suave.

Reeducación. Ahora sí parece un gato.

Mamá la había vuelto más amablemente combativa.


Te prometo que voy a protegerte. Nunca te va a pasar nada.
Promesa ingenua. Promesa adolescente. La leche que no hierve. Mamá no llama. Tom no baja.

Dice Mamá
Esa costumbre que tienen de esperarte para morirse-
con un enojo desgarrador, dolido. Irremediable- todo.

Tom, llamo. TOM. Ya había bajado del entrepiso, ya lo había sentido. Ya está a mi lado. Ya caigo. El suelo que la vio yacer apacible. El único animal que quiso. Me inunda. El pelo de Tom me inunda. El frío del piso negro me inunda. Su falta me inunda. Tomo aire con desesperación- me ahogo, pero en agua mía. En lo que sale de mí, de este dolor enorme que no puedo ni incorporar ni rechazar.

Tom. Y se apoya en mí, se tira a mi lado y me mira. Por qué. Tus ojos dicen otra cosa. Silencio. Y ahora con quién duermo. A quién amo. Perdón, querido. No supe frenar la muerte. No pude ganarle a su ansiedad. No me juzgues, conteneme. Se apoya en mí y se queda ahí. Se mezclan su dolor y el mío. Entiendo. Los dos la esperamos. A veces la buscamos inconscientemente en las esquinas, en las camas, en el piso. A veces ella (N/N) y él se acuestan como esperando que llegue a ocupar su lugar. La más chica parece llevarlo sin mayor problema. Parece olvidar que existió, de algún modo. Tom la siente. Pero entiende. Dice
Entiendo. Sí, te entiendo.

Pero nunca volvió a subir al entrepiso, nunca volvió a recostarse donde ella estuvo.

Su reencuentro

Te digo hola con el más sincero afecto; me has rondado anteriormente; te esperaba- sin querer. No, siempre queriendo.
Siempre-
Gracias por volver.

Haber amado un pez dorado

Va a olvidarte vos no Entro a ver qué dejé de mí en este espacio. Borradores. 100 notas en pausa, modelos discontinuos, ideas de una crea...