lunes, 15 de abril de 2013

La impunidad de esta ignorancia

Es un poco como si supiera, pero- no. Y es raro- no recuerdo haber sentido algo así. Tal vez porque nunca tuve el cuerpo tan presente en mí, porque nunca me lo mostré, para decirlo de alguna manera, y- duele. El cuerpo duele. Siente placer y duele. No es una máquina. No es tan sencillo. Lo que sabía no es.
Porque el funcionamiento a nivel químico y físico se ve influenciado por -ante la falta de una palabra precisa- "cosas" que lo exceden. Y digo: lo influencian; no lo manejan. Ni yo manejo mi cuerpo. No del todo. No demasiado. El cuerpo no es pasivo. ¿Hay algo vivo que sea pasivo? ¿Hay algo que sea pasivo, vivo o no?

1-Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él-
2-El cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime-
3-Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: o sea, las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto-

Solemos movernos con las leyes de la Física (más precisamente, de Newton, en este caso), en muchos aspectos. Esto no es una novedad.
La materia se resiste al cambio. Pero, una vez incorporado, se acostumbra a él, salvando los factores que lo condicionen. TODO se acostumbra.
Se acostumbra.

Una teoría de la Educación Física o de las ciencias del Deporte postula el llamado Movimiento Invisible. Explica todo lo que pasa en nuestro cuerpo antes de llegar a la acción evidente. Es realmente muy interesante. Lo traslado con franca, reconocida, impune y atrevida ignorancia. Aquello que no se nota- de ahí parte lo demás: de un invisible. A todo lo precede lo invisible, lo interno. Todo parte de lo que no vemos. Somos Fuerza latente, movimiento en potencia; y falta ese chispazo para que se aparezca- y ahí: acción, reacción, arranque contra lo estático, corte a la inercia; fuerza resultante, gravedad, resistencia, caída libre. Física- irónica.


Vení, mostrame lo que sé que me oculto, lo que intencionalmente no me muestro, no me digo, no me escucho rumiar por lo bajo aunque sienta la boca pastosa moverse para decirlo igual, lo que vengo mascando por pura costumbre- tiene que soltarse, tiene que salir(se). Quiero una voz con orejas, con ojos, con piernas, con manos. Quiero una voz que abrace, que contenga, que sacuda, que hierva y arremeta sin herir solo por gusto. Quiero dejar de resistir el cambio y de seguir moviéndome en igual sentido y dirección por esa inercia deliciosa de moverse y solo eso, de moverse porque sí, por no frenar, por convencerse de que cada movimiento es un avance. Sé que no. Entiendo que no. Siento que no. Pero la inmensidad del movimiento- no se nota, no se nota. Yo necesito sentirlo, que se vea es un problema que no me incumbe ni a mí. La inmensidad del movimiento. Lo invisible- ¿cuánto y cómo se transmite? ¿Cuánto queda, de lo que era antes de verse?

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