miércoles, 5 de enero de 2011

Sobre signos, I. Una pequeña reflexión impulsiva.

Estoy un poquito cansada de los piscianos. También de los escorpianos, es cierto. También de los leoninos, acuarianos, capricornianos, arianos, cancerianos (?), geminianos, taurinos, virginianos, sagitarianos, y, cómo olvidarnos a nosotros, los librianos. Somos todos un kilombo. Sencillamente. Hayamos nacido el día que hayamos nacido, somos sencilla y concretamente un kilombo. Demasiado miedo o demasiado impulso, demasiada cabeza o demasiado cuerpo. Todos tenemos nuestra propia manera de complicar las cosas, de ponerle trabas a lo que queremos. Algunos actúan sin pensar en las consecuencias, otros pensamos todo más de lo necesario -y de lo saludable-.

Ninguna de esas opciones parece aconsejable. Cada una conlleva sus riesgos y sus respectivos simpatizantes se aferran, lógicamente, a sus ventajas. El que actúa sin pensar arriesga mucho, porque, seamos honestos, quién no se lamentó alguna vez, convencido de que podría haber hecho todo muchísimo mejor si se hubiera detenido a pensar, a preguntarse por un segundo -tal vez dos, por qué no- qué carajo estaba haciendo, por qué, para qué, y con qué cara se iba a levantar a la mañana siguiente después de semejante momento, haya resultado o no. Porque ese es el tema: la acción engendra tal exposición, tal vulnerabilidad ante un otro en muchos casos, que a nosotros, lo que pensamos todo, suele aterrarnos hasta la inofensiva idea, e incluso, racionalización de por medio, nos parece casi ridícula.

El impulsivo diría, ¿para qué quiero pensar las cosas? La idea es hacer lo que uno siente y bueno, ver cómo sale, hay que jugarse en la vida, ¿o no? El impulsivo tiene una buena posibilidad de conseguir lo que quiere, porque sopesa solo ante el momento. El pasado y el futuro casi no juegan en su lectura; tantea, y si cree que puede ir, va.

El reflexivo -por ejemplo, quien escribe- tiene una visión un poco más abarcativa (y densa) del asunto.
El problema del reflexivo no es que piense las cosas. El problema es cuánto las piensa, y que no deja de pensarlas. Sería algo así como, ¿Cómo no voy a pensar las cosas? ¿Y si por actuar lastimo a alguien? ¿Y si sale mal y arruino todo? ¿Y si no puedo decir las cosas como quiero y termina peor de lo que estaba? ¿Y si es invento mío? ¿Y si un mapache gigante se aparece en patineta y la rapta mientras estamos hablando? Ahí todo va a quedar peor seguro... Mejor no hago nada.
Lo del mapache gigante no fue tan así. Fue con un hipopótamo, y estábamos en un zoológico, y tenía 12. Con todos esos atenuantes no era una situación absolutamente imposible, sobre todo eliminando la patineta. Pero ese no es el punto. Sigamos.

El reflexivo suele tener pocas posibilidades de conseguir lo que quiere, porque ante cada situación sopesa todo. Sencilla y modestamente, todo. Reacciones anteriores ante iguales planteos, situaciones similares, respuestas lógicas ante determinados temas, enfoques preferidos, acercamientos exitosos, lecturas actitudinales, apertura paulatina para no forzar la intimidad, honestidad moderada para no chocar, captar los tiempos ajenos y ver, y evaluar, y analizar una y otra vez por las dudas, porque, al no tener más que las pequeñas oportunidades que se procura y genera, no hay margen para el error. El reflexivo es un agente de la CIA no reconocido. Complica porque, como es claro, no conoce otra manera de acercarse. El problema es que entre tanta planificación -que, vale aclarar, casi nunca sale como fue prevista- la acción es más bien una expresión utópica de algo a lo que eventualmente se debería llegar de forma natural. No es así. Si uno no hace algo, ese algo generalmente no se hace solo. Es una pena, pero además, una realidad. Esto es lo que lo vuelve inoperante, aún más que al impulsivo.

Podría escribir todo la noche sobre esto, pero no podría leerlo, por lo que quizás sea preferible darle un cierre.

Mi punto era, básicamente, que ni el impulsivo ni el reflexivo tienen muy en claro qué hacer consigo mismos ni cómo. El impulsivo muchas veces sufre su falta de templanza y criterio, pero gana en su valentía (o necedad, porque es cierto que por valiente pasan muchos idiotas) de, por lo menos, intentar conseguir lo que quiere, aún con los riesgos que eso le signifique.
El reflexivo maldice su cobardía, su falta de espontaneidad a la hora de sumergirse en el momento y dejarse ser sin analizar qué está siendo, pero gana en su sensatez y su cautela a la hora de aunque sea, pensar en actuar. Su prudencia y necesidad de conocer el desenlace antes de aventurarse lo protegen y a la vez lo condenan, y por eso termina sufriendo tanto o más que el impulsivo, que logra tener las cosas claras, de una manera u otra.

Estoy harta de ser reflexiva. Se me acabaron las ganas de adivinar lo que los demás piensan y sienten, lo que en realidad insinúan cuando dicen otra cosa, lo que debería entender de cada mensaje cifrado; somos todos muy distintos y muy únicos, ni yo tengo por qué ni cómo saber qué quiere decir alguien, ni nadie tiene por qué saber lo que quiero o siento, si no lo digo. ¿Para qué complicar las cosas, si ya intentando ser simples somos complejos?

Se acabaron mis años de telepatía. ¿Más claro? Echale agua. O pedile a un canceriano que te tire la posta, que los librianos estamos para hacer discursos adornaditos e ingeniosos, no para andar profesando verdades.

Qué sé yo.

2 comentarios:

  1. "que se yo"...

    es claro q esta fue la frase final de un ser impulsivo, q despues de haber contemplado la idea de ser o no ser (yo soy un leonino... y? :P) podria haber rematado con un claro "e' asi che..."
    impulso vs reflexion... telepatia vs azar... renombre vs anonimato... las cosas a las q nos lleva la EXPERIENCIA!!!
    en tono reflexivo, si un poema no hubiese sido versado vos no podrias haber originado este escrito...
    en tono impulsivo, el poema seria escrito igual, pero q si no supieras leer? tendrias el mismo grado de reflexion y poder de opinion critico? o solo seria una opinion carente de significado y un hablar por hablar?
    se dice q las cosas pasan porq pasan...
    para mi hay mas experiencia q azar y la idea potente es dejar nuestra impronta,una marca propia :)
    despues de todo, el mundo esta ahi para ser vivido :P

    ResponderEliminar
  2. el mundo es vivido solo por aquellos que se atreven a vivirlo!!
    otra ventaja de los reflexivos es que cuando se envalentonan y logran hacer algo fuera de lo común sienten una gran satisfacción personal, algo que capas para alguien que no tiene que hacer ese esfuerzo no le es tan significativo el resultado.
    La experiencia nos sirve para saber cuándo ser un poco más impulsivos y cuándo ser un poco más reflexivos. En realidad somos una mezcla de las dos cosas en diversas proporciones y tenemos que aprender a dominarlas (hasta cierto punto, porque no siempre se puede)

    ResponderEliminar

Instantánea

No me gusta extrañarte Porque retiembla entero en el cuerpo lo chico que es el mundo restante cuando habito el inmenso espacio entre tu...