viernes, 2 de octubre de 2009

Contar qué contar.

Hay una mujer en una parada de colectivo cualquiera que quiere inventar una historia sobre un hombre que está sentado intentando escribir un cuento sobre un pescador viejo que vive en su barco y que mientras espera el pique piensa en escribir una historia sobre un campesino que aunque no sabe escribir desearía poder contarle a todos la historia de su hija, una joven que estudia en la ciudad y que intenta escribir un poema sobre una mujer divorciada que quiere narrar su novela como otra mujer que no es ella, y que quiere contar la historia de la amiga de un joven apuesto que quiere ser escritor pero no sabe cómo poner en palabras su idea de la vida de un perro parlante que cuenta la historia de la vez que se enamoró de una gata que maullaba cuentos sobre su dueña, una anciana simpática pero aburrida que se entretenía contando la historia de su juventud como una periodista empecinada en relatar las aventuras de un hombre bohemio que conoció y que buscaba una manera revolucionaria de contar su vida para que sonara más interesante, y quería contarse desde la perspectiva de un huérfano de siete años que idolatraba a un artista bohemio que soñaba con la fama y si podía, con escribir la historia de un niño huérfano que, acostado en la cama, se imaginaba cómo sería su historia dicha por su posible madre adoptiva, una mujer que, esperando ansiosa en una parada cualquiera de colectivo, piensa en una historia para contarle cuando lo conozca, pero no se le ocurre nada.

3 comentarios:

  1. esta barbaro
    me perdi como seis veces.
    te quiero por ser asi :)

    :D

    pd: me recordaste a esto:

    http://www.goear.com/listen/011d441/guitarra-y-vos-jorge-drexler

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  2. Ay, lo volví a leer y me volvió a encantar.
    Ya no me acuerdo cómo era el análisis espontáneo que había salido la primera vez que lo leí. ¿Puedo jugar a inventar otro?
    No.

    Es que es simplemente, perfecto. Circular, enrredado, sin salida. Me ahoga, en especial en el deseo de escribir y no poder hacerlo. Sos una genia y, me gustaría escuchar la historia del niño huerfano que idolatra un artista bohemio.
    O la de la escritora que mira el enrredo y sonríe en lugar de ayudar a sus personajes.
    Curiosidad que le dicen...

    Besotes, genia!!

    PD Hoy les vamos a romp... a ganar, digo. =)

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